Por las sendas de Teresa de Jesús

TRAS  LAS  HUELLAS  DE  TERESA  EN  LA  CIUDAD  AMURALLADA
Excursión itinerante por la ciudad de Ávila

(Esta excursión la hicimos un grupo de albenses movidos y dirigidos por el P. Manuel Diego y con los servicios técnicos de turismo del Ayuntamiento de Alba de Tormes. Desde aquí y en nombre de todos les agradecemos sus trabajos e inquietudes. Y como el día fue muy denso, ilustrativo, agradable, etc., y yo me perdería en nonadas, es por lo que oportunamente pensé, y él me consta que también, en el P. Manuel Diego, para que hiciera un relato de lo vivido y como comprobaréis es una delicia, y sobre todo, haber vivido esta experiencia en su compañía).

                                                                                  
 Manuel Diego Sánchez, carmelita

       Ha sido un viaje especial cumplido sólo por gentes de Alba de Tormes en la búsqueda de las raíces humanas y ambientales de Teresa de Ahumada, todo con el fin de conocer in situ (pisando materialmente la ciudad de Ávila) no sólo el lugar que la vio nacer (28.3.1515), sino también el contexto histórico que configuró su fuerte personalidad  –incluso aquella literaria-  hasta el punto de saltar y abrir con ella lo que se percibe más bien como un recinto cerrado en sí mismo, una ciudad amurallada.              Siguiendo un itinerario marcado, se ha procurado recorrer calles y plazas por donde ella ha caminado, descubriendo al mismo tiempo la relación habida con tantos edificios (casonas, palacios, iglesias…), paisajes, estructuras, etc. Era como seguir sus pasos y hasta hacer la experiencia de buscarla y encontrarse con ella dentro de su propia ciudad.            Naturalmente, se trata de algo distinto a lo que hacen de ordinario esa masa enorme de turistas que a diario visitan la ciudad. Es hacer una visita específicamente teresiana, y ciertamente hay tema y motivos para hacerla. No defrauda.


1.               Comenzando por la casa natal (casas de la Moneda), desde el siglo XVII transformada en convento de Carmelitas Descalzos en cuya iglesia se muestra la capilla donde presumiblemente nació (una iglesia con el retablo mayor y la imagen procesional teresiana del escultor Gregorio Fernández, amén de otras obras), se percibe de inmediato el enclave humano donde vio la luz y creció, el barrio de santo Domingo, donde se hallaba el hospital de santa Escolástica (cuya puerta gótica aún se conserva y es el vestigio arquitectónico que ayuda a situar la casa familiar de los Cepeda), la sinagoga judía, la calle de la Dama, la bajada a la puerta de Adaja (huida a tierra de moros), el palacio de los Núñez Vela (su padrino),  la parroquia de san Juan Bautista donde fue bautizada (4.4.1515), etc. Desde el punto de vista humano hasta se puede rehacer el camino que ella seguía cuando iba y venía al monasterio de la Encarnación, un itinerario que cumplió muy a menudo (por lo menos hasta que murió su padre, Don Alonso Sánchez), y que pasa delante del antiguo convento del Carmen (calzados), adonde ella se confesaría y entraría en contacto con la Orden carmelita (hoy convertido en archivo histórico provincial). Desde la puerta del Carmen de la muralla (con la espadaña del antiguo convento) se contempla una de las mejores vistas del Valle de Ajates, donde se encuentra emplazado el monasterio de la Encarnación, que es donde ella entró monja (1535), de donde salió para fundar el convento de San José (1562) y adonde volvería como priora por algunos años (1571-1574). Sin olvidar que fue en este lugar donde convivieron más tiempo (1572-1577) la madre Teresa y Fr. Juan de la Cruz, hasta que éste fue encarcelado en la noche del 3-4 de diciembre de 1577.En la zona de la casa natal, no te deja indiferente la visita del Museo teresiano, situado en la cripta de la iglesia de la Santa, un museo que no lleva muchos años abierto y que fue organizado por un salmantino, el P. Juan Bosco de Jesús. A través de paneles, obras de arte, libros, grabados, reconstrucciones históricas, etc. puedes seguir muy bien, en forma ordenada y pedagógica, la vida y obra de Teresa. Una visita que se aconseja por sí misma, pues se trata de la mejor lección teresiana que se puede recibir.Adentrándose luego en la parte más vieja de la ciudad se va topando uno con diversos palacios del tiempo de la Santa, algunos ahora en restauración, como el Parador de Ávila que ocupa la sede de un palacio antiguo propiedad un tiempo de un gran teresianista de comienzos del siglo XX, el cual poseía una gran colección de cuadros de tema teresianos, así como una biblioteca teresiana especializada, el famoso Marqués de San Juan de Piedras Albas, Bernardino de Melgar y Abreu; pero hay que mencionar la existencia de otros dos Palacios (Almarza y Superunda), más la torre medieval de los Guzmán, el palacio de Polentinos, de  los Dávila, los Valderrábano… todo un conjunto que evoca el espíritu caballeresco de la ciudad y que por fuerza conoció santa Teresa. A lo que se añade la imponente iglesia o Capilla de Mosén Rubí donde Teresa tuvo un encuentro con Pedro de Alcántara y donde recibiendo la comunión de sus manos tuvo una gracia mística especial, inmortalizada luego por el pintor Sánchez Coello.
2.               Otro itinerario nace del Paseo del Rastro, que suele ser el salón social de la ciudad, con una vista panorámica magnífica hacia el Valle Amblés, desde donde se divisa el santuario de la Virgen de Sonsoles, la carretera de Toledo tantas veces atravesada por Teresa, y más al fondo la finca rústica o dehesa de La Serna, propiedad de Lorenzo de Cepeda, aquel hermano de Teresa que volvió rico de las Américas y pudo comprar estos terrenos; una hija suya (Teresita) entraría monja carmelita descalza y estuvo presente en la muerte de la Santa en Alba.Desde el paseo del Rastro te puedes asomar al monasterio de las Agustinas de Gracia, donde Santa Teresa estuvo interna en su adolescencia, y allí superó la crisis afectiva posterior a la muerte de su madre; pero no estuvo mucho más de un año, ya que una extraña enfermedad obligó a sacarla de allí y llevarla fuera de Ávila a restablecerse. Pasando luego a pie al Mercado grande o Plaza de Santa Teresa, con una de las mejores partes de la muralla, justo donde estaba asentado un tiempo el castillo o la fortaleza de la guarnición que custodiaba la ciudad, nos colocamos en el punto central de la ciudad. Curiosamente en esta plaza, además de la iglesia románica de San Pedro, hay dos estatuas de santa Teresa: la del centro es del siglo XIX y en el pedestal tiene grabados los nombres de los personajes ilustres de la ciudad; la otra asentada junto al lienzo amurallado fue inaugurada por Juan Pablo II el 1 de noviembre de 1982.Saliendo de esta plaza, al lado de san Pedro, se toma la calle del Gran Duque de Alba (que es abulense, natural de Piedrahita) para terminar en el monasterio de san José, la primera fundación teresiana. Inaugurada en 1562, tuvo una preparación muy sufrida en la que nuestra Santa tuvo que servirse de varias tretas para burlas las iras de la ciudad, desde un principio en contra del proyecto teresiano. Está emplazado en el barrio de San Roque, fuera del recinto amurallado, y fundamentalmente son una serie de casas que compró poco a poco la madre fundadora, luego adaptadas a convento, y a comienzos del siglo XVII el conjunto se completa con la construcción de la nueva iglesia según la traza del arquitecto real Francisco de Mora. La plaza del monasterio conserva un aire primitivo y de sencillez teresiana que asombra y emociona… Este lugar es como el corazón espiritual de la ciudad de Ávila, porque aquí cuajaron los ideales reformadores de Teresa y de aquí salió para el resto de las fundaciones por toda España. Hay que recordar que cuando se estaba adaptando (1561) mandó venir desde Alba a su hermana y cuñado, el matrimonio formado por Juana de Ahumada y Juan de Ovalle, los cuales ocuparon este lugar como si se tratara de una casa para ellos, y así esconder a la ciudad las verdaderas intenciones. En una ocasión, mientras se ejecutaba la adaptación a convento, se derrumbó una pared que cayó encima del hijo pequeño de ambos, Gonzalo de Ovalle, y lo aplastó. La madre acudió a su santa hermana y ésta lo devolvió a la vida. Este matrimonio y el hijo (por si alguno no lo sabe) están enterrados en la iglesia de las Madres de Alba, justo al entrar en la iglesia, en ese arco por donde antes nos asomábamos a contemplar la celda de la muerte.El monasterio de San José, muerta santa Teresa,  exigió -porque así estaba determinado por los superiores- que el cuerpo de santa Teresa se trasladara a Ávila, de donde era priora. Y así se hizo (25.11.1585). Pero no estuvo más de un año, porque el nuncio papal determinó que volviera a Alba (23.8.1586) y, posteriormente, esta medida no se alteró al ganar el pleito entre ambos monasterios el convento de Alba. En los muros externos de este monasterio de san José, por la parte de la calle Duque de Alba se ve todavía empotrada la portada antigua del monasterio a través de la cual, entró el cuerpo de la Santa. En la iglesia nueva de San José, aún es perceptible, el lugar donde estaba preparado el sepulcro teresiano, enfrente del sepulcro del obispo Don Álvaro de Mendoza, los dos en la zona del altar mayor. Pero ahora sólo está el sepulcro del obispo, con la estatua orante del mismo del escultor Pompeo Leoni.
Desde la trasera del monasterio se puede ir al solar del antiguo colegio de jesuitas, hoy edificio ruinoso del que apenas quedan las paredes, ocupado después por un monasterio de Jerónimos (por eso plaza de san Jerónimo). Los jesuitas fundan en Ávila (orden reciente e innovadora en su tarea pastoral) y santa Teresa entra en contacto de inmediato con ellos, los cuales entendieron bien y convalidaron su vida mística (los PP. Cetina, Prádanos, Baltasar Álvarez…) dándole, por fin, una seguridad muy importante, la de que su experiencia religiosa no era engañosa, sino auténtica. Desde entonces Teresa conservará siempre un afecto y predilección especial por los miembros de la Compañía de Jesús.Pero no hay que olvidar que enfrente de los jesuitas sale una calle estrecha donde todavía está en pie la casona-palacio de Doña Guiomar de Ulloa, una de las mejores amigas que tuvo y que le apoyaron en todo momento, sobre todo en esa etapa de la Encarnación (donde esta mujer tenía hijas monjas) y en el negocio de la fundación de San José. La importancia de este lugar (a menudo olvidado en los itinerarios teresianos) es que, logísticamente, para santa Teresa se trataba de un puesto de operaciones muy discreto, dado que pasaba largas temporadas con su amiga en esta casa (no estaba obligada entonces a la clausura) y desde donde, podía acercarse al confesionario de los jesuitas y hasta acercarse a las casas compradas para monasterio de san José, todo ello sin trascender y ser notada por la mayoría de la gente. Desde aquí actuaba con sigilo en sus asuntos y podía estar segura de escapar a las miradas de sus contrarios. Pero es que se sabe y es histórico que además en alguna de las habitaciones del viejo caserón recibió la gracia de la transverberación, no solamente en la celda de la encarnación. Una calle, por tanto, y una mansión abulense, la de Guiomar de Ulloa (natural de una aldea de  Zamora) que tiene mucha trascendencia en la vida teresiana.Cruzando de arriba abajo esta calle, se llega a la plaza de Italia donde, además del Palacio de los Deanes (museo provincial), y el de los Serrano, se halla la iglesia románica de santo Tomé el viejo, hoy convertida en museo arqueológico. Esta iglesia, dada la cercanía con la casa de Doña Guiomar de Ulloa y San José, fue bastante frecuentada por la Santa. En ella habitaba la Maridíaz, una mujer muy especial y bien conocida de la Santa que conducía una vida de piedad extraña. Estaba encerrada en una habitación y asistía a los oficios religiosos de esta iglesia por un balcón o ventana. Pero aquí, en torno a 1560-61, le ocurrió un percance a santa Teresa que nos hace ver cómo estaba en boca de toda la ciudad, y no siempre de buenas lenguas. Asistiendo a un sermón con su hermana Juana de Ahumada, el predicador se refirió a ciertas mujeres que se dedican a ser fundadoras e inquietar, en lugar de estar encerradas en su convento. Doña Juana entendió de inmediato (como buena parte de los asistentes) que era una referencia bien clara hacia su hermana, Teresa. Por lo cual mudó el rostro y se puso roja de cara y estaba avergonzada, mientras que su hermana Teresa, la más implicada en el contenido del sermón, sonreía, lo cual naturalmente puso de malhumor a la hermana casada. Así era aquella Ávila que recibió de muy mala gana la fundación del primer conventico teresiano.
Saliendo por la calle de los Leales, se termina de nuevo de frente a la muralla, Puerta de Carnicerías, en uno de cuyos cubos se halla metido o encastrado el ábside de la catedral, dando así ésta una sensación de fortaleza, sobre todo en la parte superior destinada a la ronda y vigilancia de la ciudad. A la izquierda se camina a la basílica románica de San Vicente; a la derecha hacia el Mercado grande o Plaza de santa Teresa, del que ya hemos hablado. Poco más o menos por aquí discurría el camino seguido por la Madre Teresa cuando subía de la Encarnación a San José, o al revés.No olvidar que en la Plaza de la Catedral, además del Palacio de los Valderrábano (hoy convertido en Hotel), está de frente el Palacio de los marqueses de Velada, una rama de la familia ducal de Alba. Aquí estuvo santa Teresa porque vivía la marquesa de Velada, su amiga, madre de Don Sancho Dávila, sacerdote y luego obispo, los cuales se pasaban grandes temporadas en el palacio ducal de Alba de Tormes (examinar el escudo nobiliario de esta familia, muy semejante al de los Álvarez de Toledo).
3.               El tercer itinerario es el de la monja y fundadora, que tiene su centro en el monasterio de la Encarnación, situado fuera de las murallas de la ciudad, valle de Ajates, cuyo emplazamiento actual no es el original, sino el que conoció la Santa y que fue inaugurado justamente el mismo día de su bautizo (4.4.1515).Partiendo desde el Mercado chico, emplazamiento del consistorio actual y que nos recuerda aquellas sesiones de 1562 convocadas para deshacer el monasterio de san José, pero que no lograron sus objetivos. Y eso, a pesar de no poderse defender directamente las monjas, sino a través de amigos y delegados. El año 2012, que fue 450º  aniversario de la fundación de San José, el actual consistorio tuvo una junta o sesión para rehacer aquel entuerto y aceptar ya a las monjas de san José como ciudadanas de todo derecho y no poner en duda la utilidad de su presencia en la ciudad.Saliendo por la calle Esteban Domingo y López Núñez, encontraremos varios palacios, anteriores incluso a Santa Teresa, y que son de la mejor muestra de las casas señoriales, tales como el de los Águila, los Verdugo, y el palacio adosado a la muralla que ocuparon las beatas que a finales del siglo XIV dieron origen allí al monasterio carmelita de la Encarnación.Se sale fuera de la muralla por la Puerta de san Vicente y te encuentras de frente con la magnífica basílica románica de San Vicente, mejor dicho, de los mártires Vicente Sabina y Cristeta, en cuyo interior se encuentra su magnífico sepulcro con baldalquino, todo ello labrado en piedra policromada. Aquí entró muchas veces santa Teresa, era proverbial su devoción hacia los mártires, pero es tradición que en la cripta de la Iglesia dedicada a la Virgen de la Soterraña, cuando subió de la Encarnación a San José para quedarse allí definitivamente (1562-63), en aquel mismo lugar se descalzó para indicar simbólicamente con ese gesto el nuevo estilo de vida que quería abrazar para siempre.Dejando San Vicente y bordeando la muralla, nos adentramos en el barrio de Ajates, hoy mucho más poblado que en tiempos de la Santa; entonces era zona morisca, de carpinteros, albañiles y otros oficios. El monasterio de la Encarnación, de nueva planta, se alzó en el paraje ocupado por un cementerio judío. Cuando entró en él de monja Santa Teresa, no estaba todavía acabado. Aquí pasó la mayor parte de su vida, en dos etapas: la de iniciación a la vida carmelitana e inserción monjil con alguna salida por causa de enfermedades (1535-1562), y la de priora, ya siendo monja descalza (1571-1574). Curiosamente nunca pretendió que aquellas monjas, muchas de ellas amigas suyas, pasaran a la Reforma; las respetó. Es más, con gran libertad pedía ayuda de personal (aun siendo monjas calzadas) cuando necesitaba monjas para nuevas fundaciones y no podía disponer de ellas entre las descalzas. Impresionante ver el patio del monasterio, portería, locutorios (donde tuvo algunas gracias místicas), y parte de la clausura, como la celda prioral, la escalera del encuentro con el Niño Jesús, la celda con cocinilla, etc. Este lugar rezuma aire teresiano en todas sus partes. Más moderna es la iglesia actual, no los coros de las monjas, en donde recibió el hábito y, sobre todo, la gracia del matrimonio espiritual (18.11.1572)  tomando la comunión en la misa celebrada por Fr. Juan de la Cruz.Casi una iglesia distinta es la capilla de la Transverberación construida posteriormente sobre el espacio que ocupó una de las celdas de la Santa, y cuyo doble piso o estancia de una de ellas se puede observar ahora al haber sido cortada la pared por el nuevo edificio. En esta capilla y en Alba se celebran solemnemente cada año la fiesta de la Transverberación de Santa Teresa (26 y 27 de agosto).Saliendo de la iglesia conventual, pasando cerca de la estatua de santa Teresa caminante, inquieta y andariega, bajando hacia la esquina de la huerta monástica, se perfilan unos cipreses y otros árboles de su interior que flanquean la ermita de san Juan de la Cruz, construida sobre la casilla que ocupó el santo los años en que estuvo sirviendo como capellán y confesor del monasterio de la Encarnación (1572-1577); fueron años de experiencias e intercambios de conocimiento místico entre ambos santos. De aquí fue arrancado el santo con violencia en una noche (3/4.12.1577) y trasladado secretamente a Toledo, donde permaneció encarcelado y en condiciones inhumanas hasta el 17/18 de agosto de 1578. Pero fue en aquella carcelilla de Toledo, donde Juan de la Cruz (ironías de la vida!) compuso los mejores versos de su producción literaria.

EPÍLOGO.- El itinerario teresiano se completa con la visita al monasterio de Santo Tomás (dominicos), fundado por los Reyes Católicos, donde está el sepulcro de su hijo el príncipe Don Juan. Allí santa Teresa se confesaba a menudo (existe todavía el confesionario empotrado en la pared del claustro), pero sobre todo en una capilla, la del Cristo, recibió la merced del collar y del manto (14.8.1561) por la que entendió la Virgen y San José aprobaban y agradecían el proyecto del monasterio de San José, por cuya realización en ese tiempo estaba sufriendo tanto. Esta gracia mística es la que representó magníficamente en el retablo mayor de la iglesia de la casa natal teresiana Gregorio Fernández.El final de todo el viaje teresiano es simbólico: en el humilladero de los 4 postes, desde donde se goza la vista mejor y más completa de toda la ciudad, el lienzo más amplio y extendido de su recinto amurallado, y hasta se divisan las torres de palacios e iglesias… y se tiene delante el barrio de la ermita de San Segundo, patrón de la ciudad, junto al viejo puente y las tenerías. Según la tradición, junto a estos 4 postes, aquí se encontró su tío Francisco a los dos hermanos (Teresa y Rodrigo) que huían de casa y se dirigían a tierra de moros para ser martirizados. La hazaña se quedó sólo en un intento y trastada infantil, aunque el espíritu de martirio por Jesús es una de las constantes en la experiencia cristiana de esta mujer.Pues este mismo camino seguido por santa Teresa en tantas ocasiones, cuando salía de Ávila y atravesando ese mismo puente, ya fuera en dirección Salamanca, Valladolid, o Alba de Tormes, es con el que concluimos nosotros nuestra jornada teresiana. 

         

Plaza de la Santa con el Palacio de los Núñez Vela y el Convento de PP Carmelitas "La Santa"

"La Santa"  Convento de PP Carmelitas Descalzos





















Convento de "La Santa" y Museo Carmelitano



Portada del Hospital de Santa Escolástica



Palacio de Polentinos 



Monasterio del Carmen




Muralla por la puerta del Carmen



Capilla de Mosén Rubí



Iglesia de San Juan





Palacios de los Superunda  y de los Almarza



Torreón de los Guzmanes



Una calle cerca del Rastro



El Rastro



Monasterio de Nª Sª de Gracia



Convento de San José   (1ª Fundación)




Restos del Convento de los Jesuitas 



Palacio de los Guillamas



Casa de Dª Guiomar de Ulloa





Palacio de los Deanes



Santo Tomé


 Puerta  Norte de la Catedral


Mansión de los Velada


Primera ubicación del Monasterio de la Encarnación

Palacio de los Sofraga


Palacio de los Verdugo


Muralla y parque de San Vicente


Puerta de San Vicente


Basílica de San Vicente


Monasterio de la Encarnación



















Real Monasterio  de Santo Tomás













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