TRAS LAS HUELLAS DE TERESA EN LA CIUDAD AMURALLADA
Excursión itinerante por la ciudad de Ávila
(Esta excursión la hicimos un grupo de albenses movidos y dirigidos por el P. Manuel Diego y con los servicios técnicos de turismo del Ayuntamiento de Alba de Tormes. Desde aquí y en nombre de todos les agradecemos sus trabajos e inquietudes. Y como el día fue muy denso, ilustrativo, agradable, etc., y yo me perdería en nonadas, es por lo que oportunamente pensé, y él me consta que también, en el P. Manuel Diego, para que hiciera un relato de lo vivido y como comprobaréis es una delicia, y sobre todo, haber vivido esta experiencia en su compañía).
Manuel Diego Sánchez, carmelita
Excursión itinerante por la ciudad de Ávila
Manuel Diego Sánchez, carmelita
Ha sido un
viaje especial cumplido sólo por gentes de Alba de Tormes en la búsqueda de las
raíces humanas y ambientales de Teresa de Ahumada, todo con el fin de conocer
in situ (pisando materialmente la ciudad de Ávila) no sólo el lugar que la vio
nacer (28.3.1515), sino también el contexto histórico que configuró su fuerte
personalidad –incluso aquella literaria- hasta el punto de saltar y
abrir con ella lo que se percibe más bien como un recinto cerrado en sí mismo,
una ciudad amurallada. Siguiendo
un itinerario marcado, se ha procurado recorrer calles y plazas por donde ella
ha caminado, descubriendo al mismo tiempo la relación habida con tantos
edificios (casonas, palacios, iglesias…), paisajes, estructuras, etc. Era como
seguir sus pasos y hasta hacer la experiencia de buscarla y encontrarse con
ella dentro de su propia
ciudad.
Naturalmente, se trata de algo distinto a lo que hacen de ordinario esa masa
enorme de turistas que a diario visitan la ciudad. Es hacer una visita específicamente
teresiana, y ciertamente hay tema y motivos para hacerla. No defrauda.
1. Comenzando por la casa natal (casas de
la Moneda), desde el siglo XVII transformada en convento de Carmelitas
Descalzos en cuya iglesia se muestra la capilla donde presumiblemente nació
(una iglesia con el retablo mayor y la imagen procesional teresiana del
escultor Gregorio Fernández, amén de otras obras), se percibe de inmediato el
enclave humano donde vio la luz y creció, el barrio de santo Domingo, donde se
hallaba el hospital de santa Escolástica (cuya puerta gótica aún se conserva y
es el vestigio arquitectónico que ayuda a situar la casa familiar de los
Cepeda), la sinagoga judía, la calle de la Dama, la bajada a la puerta de Adaja
(huida a tierra de moros), el palacio de los Núñez Vela (su padrino), la
parroquia de san Juan Bautista donde fue bautizada (4.4.1515), etc. Desde el
punto de vista humano hasta se puede rehacer el camino que ella seguía cuando
iba y venía al monasterio de la Encarnación, un itinerario que cumplió muy a
menudo (por lo menos hasta que murió su padre, Don Alonso Sánchez), y que pasa
delante del antiguo convento del Carmen (calzados), adonde ella se confesaría y
entraría en contacto con la Orden carmelita (hoy convertido en archivo
histórico provincial). Desde la puerta del Carmen de la muralla (con la
espadaña del antiguo convento) se contempla una de las mejores vistas del Valle
de Ajates, donde se encuentra emplazado el monasterio de la Encarnación, que es
donde ella entró monja (1535), de donde salió para fundar el convento de San
José (1562) y adonde volvería como priora por algunos años (1571-1574). Sin
olvidar que fue en este lugar donde convivieron más tiempo (1572-1577) la madre
Teresa y Fr. Juan de la Cruz, hasta que éste fue encarcelado en la noche del
3-4 de diciembre de 1577.En la zona de la casa natal, no te deja indiferente la visita del
Museo teresiano, situado en la cripta de la iglesia de la Santa, un museo que
no lleva muchos años abierto y que fue organizado por un salmantino, el P. Juan
Bosco de Jesús. A través de paneles, obras de arte, libros, grabados,
reconstrucciones históricas, etc. puedes seguir muy bien, en forma ordenada y
pedagógica, la vida y obra de Teresa. Una visita que se aconseja por sí misma,
pues se trata de la mejor lección teresiana que se puede recibir.Adentrándose
luego en la parte más vieja de la ciudad se va topando uno con diversos
palacios del tiempo de la Santa, algunos ahora en restauración, como el Parador
de Ávila que ocupa la sede de un palacio antiguo propiedad un tiempo de un gran
teresianista de comienzos del siglo XX, el cual poseía una gran colección de
cuadros de tema teresianos, así como una biblioteca teresiana especializada, el
famoso Marqués de San Juan de Piedras Albas, Bernardino de Melgar y Abreu; pero
hay que mencionar la existencia de otros dos Palacios (Almarza y Superunda),
más la torre medieval de los Guzmán, el palacio de Polentinos, de los
Dávila, los Valderrábano… todo un conjunto que evoca el espíritu caballeresco
de la ciudad y que por fuerza conoció santa Teresa. A lo que se añade la
imponente iglesia o Capilla de Mosén Rubí donde Teresa tuvo un encuentro con
Pedro de Alcántara y donde recibiendo la comunión de sus manos tuvo una gracia
mística especial, inmortalizada luego por el pintor Sánchez Coello.
2. Otro itinerario nace del Paseo del
Rastro, que suele ser el salón social de la ciudad, con una vista panorámica
magnífica hacia el Valle Amblés, desde donde se divisa el santuario de la
Virgen de Sonsoles, la carretera de Toledo tantas veces atravesada por Teresa,
y más al fondo la finca rústica o dehesa de La Serna, propiedad de Lorenzo de
Cepeda, aquel hermano de Teresa que volvió rico de las Américas y pudo comprar
estos terrenos; una hija suya (Teresita) entraría monja carmelita descalza y
estuvo presente en la muerte de la Santa en Alba.Desde el paseo del Rastro te
puedes asomar al monasterio de las Agustinas de Gracia, donde Santa Teresa
estuvo interna en su adolescencia, y allí superó la crisis afectiva posterior a
la muerte de su madre; pero no estuvo mucho más de un año, ya que una extraña
enfermedad obligó a sacarla de allí y llevarla fuera de Ávila a restablecerse.
Pasando luego a pie al Mercado grande o Plaza de Santa Teresa, con una de las
mejores partes de la muralla, justo donde estaba asentado un tiempo el castillo
o la fortaleza de la guarnición que custodiaba la ciudad, nos colocamos en el
punto central de la ciudad. Curiosamente en esta plaza, además de la iglesia
románica de San Pedro, hay dos estatuas de santa Teresa: la del centro es del
siglo XIX y en el pedestal tiene grabados los nombres de los personajes
ilustres de la ciudad; la otra asentada junto al lienzo amurallado fue
inaugurada por Juan Pablo II el 1 de noviembre de 1982.Saliendo de esta plaza,
al lado de san Pedro, se toma la calle del Gran Duque de Alba (que es abulense,
natural de Piedrahita) para terminar en el monasterio de san José, la primera
fundación teresiana. Inaugurada en 1562, tuvo una preparación muy sufrida en la
que nuestra Santa tuvo que servirse de varias tretas para burlas las iras de la
ciudad, desde un principio en contra del proyecto teresiano. Está emplazado en
el barrio de San Roque, fuera del recinto amurallado, y fundamentalmente son
una serie de casas que compró poco a poco la madre fundadora, luego adaptadas a
convento, y a comienzos del siglo XVII el conjunto se completa con la
construcción de la nueva iglesia según la traza del arquitecto real Francisco
de Mora. La plaza del monasterio conserva un aire primitivo y de sencillez
teresiana que asombra y emociona… Este lugar es como el corazón espiritual de
la ciudad de Ávila, porque aquí cuajaron los ideales reformadores de Teresa y
de aquí salió para el resto de las fundaciones por toda España. Hay que
recordar que cuando se estaba adaptando (1561) mandó venir desde Alba a su
hermana y cuñado, el matrimonio formado por Juana de Ahumada y Juan de Ovalle,
los cuales ocuparon este lugar como si se tratara de una casa para ellos, y así
esconder a la ciudad las verdaderas intenciones. En una ocasión, mientras se
ejecutaba la adaptación a convento, se derrumbó una pared que cayó encima del
hijo pequeño de ambos, Gonzalo de Ovalle, y lo aplastó. La madre acudió a su
santa hermana y ésta lo devolvió a la vida. Este matrimonio y el hijo (por si
alguno no lo sabe) están enterrados en la iglesia de las Madres de Alba, justo
al entrar en la iglesia, en ese arco por donde antes nos asomábamos a
contemplar la celda de la muerte.El monasterio de San José, muerta santa
Teresa, exigió -porque así estaba determinado por los superiores- que el
cuerpo de santa Teresa se trasladara a Ávila, de donde era priora. Y así se
hizo (25.11.1585). Pero no estuvo más de un año, porque el nuncio papal
determinó que volviera a Alba (23.8.1586) y, posteriormente, esta medida no se
alteró al ganar el pleito entre ambos monasterios el convento de Alba. En los
muros externos de este monasterio de san José, por la parte de la calle Duque
de Alba se ve todavía empotrada la portada antigua del monasterio a través de
la cual, entró el cuerpo de la Santa. En la iglesia nueva de San José, aún es
perceptible, el lugar donde estaba preparado el sepulcro teresiano, enfrente
del sepulcro del obispo Don Álvaro de Mendoza, los dos en la zona del altar
mayor. Pero ahora sólo está el sepulcro del obispo, con la estatua orante del
mismo del escultor Pompeo Leoni.
Desde la trasera del monasterio se puede ir al solar del antiguo colegio de
jesuitas, hoy edificio ruinoso del que apenas quedan las paredes, ocupado
después por un monasterio de Jerónimos (por eso plaza de san Jerónimo). Los
jesuitas fundan en Ávila (orden reciente e innovadora en su tarea pastoral) y
santa Teresa entra en contacto de inmediato con ellos, los cuales entendieron
bien y convalidaron su vida mística (los PP. Cetina, Prádanos, Baltasar
Álvarez…) dándole, por fin, una seguridad muy importante, la de que su
experiencia religiosa no era engañosa, sino auténtica. Desde entonces Teresa
conservará siempre un afecto y predilección especial por los miembros de la
Compañía de Jesús.Pero no hay que olvidar que enfrente de los jesuitas sale una
calle estrecha donde todavía está en pie la casona-palacio de Doña Guiomar de
Ulloa, una de las mejores amigas que tuvo y que le apoyaron en todo momento,
sobre todo en esa etapa de la Encarnación (donde esta mujer tenía hijas monjas)
y en el negocio de la fundación de San José. La importancia de este lugar (a
menudo olvidado en los itinerarios teresianos) es que, logísticamente, para
santa Teresa se trataba de un puesto de operaciones muy discreto, dado que
pasaba largas temporadas con su amiga en esta casa (no estaba obligada entonces
a la clausura) y desde donde, podía acercarse al confesionario de los jesuitas
y hasta acercarse a las casas compradas para monasterio de san José, todo ello
sin trascender y ser notada por la mayoría de la gente. Desde aquí actuaba con
sigilo en sus asuntos y podía estar segura de escapar a las miradas de sus
contrarios. Pero es que se sabe y es histórico que además en alguna de las
habitaciones del viejo caserón recibió la gracia de la transverberación, no
solamente en la celda de la encarnación. Una calle, por tanto, y una mansión
abulense, la de Guiomar de Ulloa (natural de una aldea de Zamora) que
tiene mucha trascendencia en la vida teresiana.Cruzando de arriba abajo esta
calle, se llega a la plaza de Italia donde, además del Palacio de los Deanes
(museo provincial), y el de los Serrano, se halla la iglesia románica de santo
Tomé el viejo, hoy convertida en museo arqueológico. Esta iglesia, dada la
cercanía con la casa de Doña Guiomar de Ulloa y San José, fue bastante
frecuentada por la Santa. En ella habitaba la Maridíaz, una mujer muy especial
y bien conocida de la Santa que conducía una vida de piedad extraña. Estaba encerrada
en una habitación y asistía a los oficios religiosos de esta iglesia por un
balcón o ventana. Pero aquí, en torno a 1560-61, le ocurrió un percance a santa
Teresa que nos hace ver cómo estaba en boca de toda la ciudad, y no siempre de
buenas lenguas. Asistiendo a un sermón con su hermana Juana de Ahumada, el
predicador se refirió a ciertas mujeres que se dedican a ser fundadoras e
inquietar, en lugar de estar encerradas en su convento. Doña Juana entendió de
inmediato (como buena parte de los asistentes) que era una referencia bien
clara hacia su hermana, Teresa. Por lo cual mudó el rostro y se puso roja de
cara y estaba avergonzada, mientras que su hermana Teresa, la más implicada en
el contenido del sermón, sonreía, lo cual naturalmente puso de malhumor a la
hermana casada. Así era aquella Ávila que recibió de muy mala gana la fundación
del primer conventico teresiano.
Saliendo por la calle de los Leales, se termina de nuevo de frente a la
muralla, Puerta de Carnicerías, en uno de cuyos cubos se halla metido o
encastrado el ábside de la catedral, dando así ésta una sensación de fortaleza,
sobre todo en la parte superior destinada a la ronda y vigilancia de la ciudad.
A la izquierda se camina a la basílica románica de San Vicente; a la derecha
hacia el Mercado grande o Plaza de santa Teresa, del que ya hemos hablado. Poco
más o menos por aquí discurría el camino seguido por la Madre Teresa cuando
subía de la Encarnación a San José, o al revés.No olvidar que en la Plaza de la
Catedral, además del Palacio de los Valderrábano (hoy convertido en Hotel),
está de frente el Palacio de los marqueses de Velada, una rama de la familia
ducal de Alba. Aquí estuvo santa Teresa porque vivía la marquesa de Velada, su
amiga, madre de Don Sancho Dávila, sacerdote y luego obispo, los cuales se
pasaban grandes temporadas en el palacio ducal de Alba de Tormes (examinar el
escudo nobiliario de esta familia, muy semejante al de los Álvarez de Toledo).
3. El tercer itinerario es el de la monja
y fundadora, que tiene su centro en el monasterio de la Encarnación, situado
fuera de las murallas de la ciudad, valle de Ajates, cuyo emplazamiento actual
no es el original, sino el que conoció la Santa y que fue inaugurado justamente
el mismo día de su bautizo (4.4.1515).Partiendo desde el Mercado chico,
emplazamiento del consistorio actual y que nos recuerda aquellas sesiones de
1562 convocadas para deshacer el monasterio de san José, pero que no lograron
sus objetivos. Y eso, a pesar de no poderse defender directamente las monjas,
sino a través de amigos y delegados. El año 2012, que fue 450º
aniversario de la fundación de San José, el actual consistorio tuvo una junta o
sesión para rehacer aquel entuerto y aceptar ya a las monjas de san José como
ciudadanas de todo derecho y no poner en duda la utilidad de su presencia en la
ciudad.Saliendo por la calle Esteban Domingo y López Núñez, encontraremos
varios palacios, anteriores incluso a Santa Teresa, y que son de la mejor
muestra de las casas señoriales, tales como el de los Águila, los Verdugo, y el
palacio adosado a la muralla que ocuparon las beatas que a finales del siglo
XIV dieron origen allí al monasterio carmelita de la Encarnación.Se sale fuera
de la muralla por la Puerta de san Vicente y te encuentras de frente con la
magnífica basílica románica de San Vicente, mejor dicho, de los mártires
Vicente Sabina y Cristeta, en cuyo interior se encuentra su magnífico sepulcro
con baldalquino, todo ello labrado en piedra policromada. Aquí entró muchas
veces santa Teresa, era proverbial su devoción hacia los mártires, pero es
tradición que en la cripta de la Iglesia dedicada a la Virgen de la Soterraña,
cuando subió de la Encarnación a San José para quedarse allí definitivamente
(1562-63), en aquel mismo lugar se descalzó para indicar simbólicamente con ese
gesto el nuevo estilo de vida que quería abrazar para siempre.Dejando San
Vicente y bordeando la muralla, nos adentramos en el barrio de Ajates, hoy
mucho más poblado que en tiempos de la Santa; entonces era zona morisca, de
carpinteros, albañiles y otros oficios. El monasterio de la Encarnación, de
nueva planta, se alzó en el paraje ocupado por un cementerio judío. Cuando
entró en él de monja Santa Teresa, no estaba todavía acabado. Aquí pasó la
mayor parte de su vida, en dos etapas: la de iniciación a la vida carmelitana e
inserción monjil con alguna salida por causa de enfermedades (1535-1562), y la
de priora, ya siendo monja descalza (1571-1574). Curiosamente nunca pretendió
que aquellas monjas, muchas de ellas amigas suyas, pasaran a la Reforma;
las respetó. Es más, con gran libertad pedía ayuda de personal (aun siendo
monjas calzadas) cuando necesitaba monjas para nuevas fundaciones y no podía
disponer de ellas entre las descalzas. Impresionante ver el patio del monasterio, portería,
locutorios (donde tuvo algunas gracias místicas), y parte de la clausura, como
la celda prioral, la escalera del encuentro con el Niño Jesús, la celda con
cocinilla, etc. Este lugar rezuma aire teresiano en todas sus partes. Más
moderna es la iglesia actual, no los coros de las monjas, en donde recibió el
hábito y, sobre todo, la gracia del matrimonio espiritual (18.11.1572) tomando la comunión en la misa
celebrada por Fr. Juan de la Cruz.Casi una iglesia distinta es la capilla de la
Transverberación construida posteriormente sobre el espacio que ocupó una de
las celdas de la Santa, y cuyo doble piso o estancia de una de ellas se puede
observar ahora al haber sido cortada la pared por el nuevo edificio. En esta
capilla y en Alba se celebran solemnemente cada año la fiesta de la
Transverberación de Santa Teresa (26 y 27 de agosto).Saliendo de la iglesia
conventual, pasando cerca de la estatua de santa Teresa caminante, inquieta y
andariega, bajando hacia la esquina de la huerta monástica, se perfilan unos
cipreses y otros árboles de su interior que flanquean la ermita de san Juan de
la Cruz, construida sobre la casilla que ocupó el santo los años en que estuvo
sirviendo como capellán y confesor del monasterio de la Encarnación
(1572-1577); fueron años de experiencias e intercambios de conocimiento místico
entre ambos santos. De aquí fue arrancado el santo con violencia en una noche
(3/4.12.1577) y trasladado secretamente a Toledo, donde permaneció encarcelado
y en condiciones inhumanas hasta el 17/18 de agosto de 1578. Pero fue en
aquella carcelilla de Toledo, donde Juan de la Cruz (ironías de la vida!)
compuso los mejores versos de su producción literaria.
EPÍLOGO.- El itinerario teresiano se completa con la visita al monasterio de
Santo Tomás (dominicos), fundado por los Reyes Católicos, donde está el
sepulcro de su hijo el príncipe Don Juan. Allí santa Teresa se confesaba a
menudo (existe todavía el confesionario empotrado en la pared del claustro),
pero sobre todo en una capilla, la del Cristo, recibió la merced del collar y
del manto (14.8.1561) por la que entendió la Virgen y San José aprobaban y
agradecían el proyecto del monasterio de San José, por cuya realización en ese
tiempo estaba sufriendo tanto. Esta gracia mística es la que representó
magníficamente en el retablo mayor de la iglesia de la casa natal teresiana
Gregorio Fernández.El final de todo el viaje teresiano es simbólico: en el
humilladero de los 4 postes, desde donde se goza la vista mejor y más completa
de toda la ciudad, el lienzo más amplio y extendido de su recinto amurallado, y
hasta se divisan las torres de palacios e iglesias… y se tiene delante el
barrio de la ermita de San Segundo, patrón de la ciudad, junto al viejo puente
y las tenerías. Según la tradición, junto a estos 4 postes, aquí se encontró su
tío Francisco a los dos hermanos (Teresa y Rodrigo) que huían de casa y se
dirigían a tierra de moros para ser martirizados. La hazaña se quedó sólo en un
intento y trastada infantil, aunque el espíritu de martirio por Jesús es una de
las constantes en la experiencia cristiana de esta mujer.Pues este mismo camino
seguido por santa Teresa en tantas ocasiones, cuando salía de Ávila y
atravesando ese mismo puente, ya fuera en dirección Salamanca, Valladolid, o
Alba de Tormes, es con el que concluimos nosotros nuestra jornada
teresiana.
Ha sido un
viaje especial cumplido sólo por gentes de Alba de Tormes en la búsqueda de las
raíces humanas y ambientales de Teresa de Ahumada, todo con el fin de conocer
in situ (pisando materialmente la ciudad de Ávila) no sólo el lugar que la vio
nacer (28.3.1515), sino también el contexto histórico que configuró su fuerte
personalidad –incluso aquella literaria- hasta el punto de saltar y
abrir con ella lo que se percibe más bien como un recinto cerrado en sí mismo,
una ciudad amurallada. Siguiendo
un itinerario marcado, se ha procurado recorrer calles y plazas por donde ella
ha caminado, descubriendo al mismo tiempo la relación habida con tantos
edificios (casonas, palacios, iglesias…), paisajes, estructuras, etc. Era como
seguir sus pasos y hasta hacer la experiencia de buscarla y encontrarse con
ella dentro de su propia
ciudad.
Naturalmente, se trata de algo distinto a lo que hacen de ordinario esa masa
enorme de turistas que a diario visitan la ciudad. Es hacer una visita específicamente
teresiana, y ciertamente hay tema y motivos para hacerla. No defrauda.
1. Comenzando por la casa natal (casas de
la Moneda), desde el siglo XVII transformada en convento de Carmelitas
Descalzos en cuya iglesia se muestra la capilla donde presumiblemente nació
(una iglesia con el retablo mayor y la imagen procesional teresiana del
escultor Gregorio Fernández, amén de otras obras), se percibe de inmediato el
enclave humano donde vio la luz y creció, el barrio de santo Domingo, donde se
hallaba el hospital de santa Escolástica (cuya puerta gótica aún se conserva y
es el vestigio arquitectónico que ayuda a situar la casa familiar de los
Cepeda), la sinagoga judía, la calle de la Dama, la bajada a la puerta de Adaja
(huida a tierra de moros), el palacio de los Núñez Vela (su padrino), la
parroquia de san Juan Bautista donde fue bautizada (4.4.1515), etc. Desde el
punto de vista humano hasta se puede rehacer el camino que ella seguía cuando
iba y venía al monasterio de la Encarnación, un itinerario que cumplió muy a
menudo (por lo menos hasta que murió su padre, Don Alonso Sánchez), y que pasa
delante del antiguo convento del Carmen (calzados), adonde ella se confesaría y
entraría en contacto con la Orden carmelita (hoy convertido en archivo
histórico provincial). Desde la puerta del Carmen de la muralla (con la
espadaña del antiguo convento) se contempla una de las mejores vistas del Valle
de Ajates, donde se encuentra emplazado el monasterio de la Encarnación, que es
donde ella entró monja (1535), de donde salió para fundar el convento de San
José (1562) y adonde volvería como priora por algunos años (1571-1574). Sin
olvidar que fue en este lugar donde convivieron más tiempo (1572-1577) la madre
Teresa y Fr. Juan de la Cruz, hasta que éste fue encarcelado en la noche del
3-4 de diciembre de 1577.En la zona de la casa natal, no te deja indiferente la visita del
Museo teresiano, situado en la cripta de la iglesia de la Santa, un museo que
no lleva muchos años abierto y que fue organizado por un salmantino, el P. Juan
Bosco de Jesús. A través de paneles, obras de arte, libros, grabados,
reconstrucciones históricas, etc. puedes seguir muy bien, en forma ordenada y
pedagógica, la vida y obra de Teresa. Una visita que se aconseja por sí misma,
pues se trata de la mejor lección teresiana que se puede recibir.Adentrándose
luego en la parte más vieja de la ciudad se va topando uno con diversos
palacios del tiempo de la Santa, algunos ahora en restauración, como el Parador
de Ávila que ocupa la sede de un palacio antiguo propiedad un tiempo de un gran
teresianista de comienzos del siglo XX, el cual poseía una gran colección de
cuadros de tema teresianos, así como una biblioteca teresiana especializada, el
famoso Marqués de San Juan de Piedras Albas, Bernardino de Melgar y Abreu; pero
hay que mencionar la existencia de otros dos Palacios (Almarza y Superunda),
más la torre medieval de los Guzmán, el palacio de Polentinos, de los
Dávila, los Valderrábano… todo un conjunto que evoca el espíritu caballeresco
de la ciudad y que por fuerza conoció santa Teresa. A lo que se añade la
imponente iglesia o Capilla de Mosén Rubí donde Teresa tuvo un encuentro con
Pedro de Alcántara y donde recibiendo la comunión de sus manos tuvo una gracia
mística especial, inmortalizada luego por el pintor Sánchez Coello.
2. Otro itinerario nace del Paseo del
Rastro, que suele ser el salón social de la ciudad, con una vista panorámica
magnífica hacia el Valle Amblés, desde donde se divisa el santuario de la
Virgen de Sonsoles, la carretera de Toledo tantas veces atravesada por Teresa,
y más al fondo la finca rústica o dehesa de La Serna, propiedad de Lorenzo de
Cepeda, aquel hermano de Teresa que volvió rico de las Américas y pudo comprar
estos terrenos; una hija suya (Teresita) entraría monja carmelita descalza y
estuvo presente en la muerte de la Santa en Alba.Desde el paseo del Rastro te
puedes asomar al monasterio de las Agustinas de Gracia, donde Santa Teresa
estuvo interna en su adolescencia, y allí superó la crisis afectiva posterior a
la muerte de su madre; pero no estuvo mucho más de un año, ya que una extraña
enfermedad obligó a sacarla de allí y llevarla fuera de Ávila a restablecerse.
Pasando luego a pie al Mercado grande o Plaza de Santa Teresa, con una de las
mejores partes de la muralla, justo donde estaba asentado un tiempo el castillo
o la fortaleza de la guarnición que custodiaba la ciudad, nos colocamos en el
punto central de la ciudad. Curiosamente en esta plaza, además de la iglesia
románica de San Pedro, hay dos estatuas de santa Teresa: la del centro es del
siglo XIX y en el pedestal tiene grabados los nombres de los personajes
ilustres de la ciudad; la otra asentada junto al lienzo amurallado fue
inaugurada por Juan Pablo II el 1 de noviembre de 1982.Saliendo de esta plaza,
al lado de san Pedro, se toma la calle del Gran Duque de Alba (que es abulense,
natural de Piedrahita) para terminar en el monasterio de san José, la primera
fundación teresiana. Inaugurada en 1562, tuvo una preparación muy sufrida en la
que nuestra Santa tuvo que servirse de varias tretas para burlas las iras de la
ciudad, desde un principio en contra del proyecto teresiano. Está emplazado en
el barrio de San Roque, fuera del recinto amurallado, y fundamentalmente son
una serie de casas que compró poco a poco la madre fundadora, luego adaptadas a
convento, y a comienzos del siglo XVII el conjunto se completa con la
construcción de la nueva iglesia según la traza del arquitecto real Francisco
de Mora. La plaza del monasterio conserva un aire primitivo y de sencillez
teresiana que asombra y emociona… Este lugar es como el corazón espiritual de
la ciudad de Ávila, porque aquí cuajaron los ideales reformadores de Teresa y
de aquí salió para el resto de las fundaciones por toda España. Hay que
recordar que cuando se estaba adaptando (1561) mandó venir desde Alba a su
hermana y cuñado, el matrimonio formado por Juana de Ahumada y Juan de Ovalle,
los cuales ocuparon este lugar como si se tratara de una casa para ellos, y así
esconder a la ciudad las verdaderas intenciones. En una ocasión, mientras se
ejecutaba la adaptación a convento, se derrumbó una pared que cayó encima del
hijo pequeño de ambos, Gonzalo de Ovalle, y lo aplastó. La madre acudió a su
santa hermana y ésta lo devolvió a la vida. Este matrimonio y el hijo (por si
alguno no lo sabe) están enterrados en la iglesia de las Madres de Alba, justo
al entrar en la iglesia, en ese arco por donde antes nos asomábamos a
contemplar la celda de la muerte.El monasterio de San José, muerta santa
Teresa, exigió -porque así estaba determinado por los superiores- que el
cuerpo de santa Teresa se trasladara a Ávila, de donde era priora. Y así se
hizo (25.11.1585). Pero no estuvo más de un año, porque el nuncio papal
determinó que volviera a Alba (23.8.1586) y, posteriormente, esta medida no se
alteró al ganar el pleito entre ambos monasterios el convento de Alba. En los
muros externos de este monasterio de san José, por la parte de la calle Duque
de Alba se ve todavía empotrada la portada antigua del monasterio a través de
la cual, entró el cuerpo de la Santa. En la iglesia nueva de San José, aún es
perceptible, el lugar donde estaba preparado el sepulcro teresiano, enfrente
del sepulcro del obispo Don Álvaro de Mendoza, los dos en la zona del altar
mayor. Pero ahora sólo está el sepulcro del obispo, con la estatua orante del
mismo del escultor Pompeo Leoni.
Desde la trasera del monasterio se puede ir al solar del antiguo colegio de
jesuitas, hoy edificio ruinoso del que apenas quedan las paredes, ocupado
después por un monasterio de Jerónimos (por eso plaza de san Jerónimo). Los
jesuitas fundan en Ávila (orden reciente e innovadora en su tarea pastoral) y
santa Teresa entra en contacto de inmediato con ellos, los cuales entendieron
bien y convalidaron su vida mística (los PP. Cetina, Prádanos, Baltasar
Álvarez…) dándole, por fin, una seguridad muy importante, la de que su
experiencia religiosa no era engañosa, sino auténtica. Desde entonces Teresa
conservará siempre un afecto y predilección especial por los miembros de la
Compañía de Jesús.Pero no hay que olvidar que enfrente de los jesuitas sale una
calle estrecha donde todavía está en pie la casona-palacio de Doña Guiomar de
Ulloa, una de las mejores amigas que tuvo y que le apoyaron en todo momento,
sobre todo en esa etapa de la Encarnación (donde esta mujer tenía hijas monjas)
y en el negocio de la fundación de San José. La importancia de este lugar (a
menudo olvidado en los itinerarios teresianos) es que, logísticamente, para
santa Teresa se trataba de un puesto de operaciones muy discreto, dado que
pasaba largas temporadas con su amiga en esta casa (no estaba obligada entonces
a la clausura) y desde donde, podía acercarse al confesionario de los jesuitas
y hasta acercarse a las casas compradas para monasterio de san José, todo ello
sin trascender y ser notada por la mayoría de la gente. Desde aquí actuaba con
sigilo en sus asuntos y podía estar segura de escapar a las miradas de sus
contrarios. Pero es que se sabe y es histórico que además en alguna de las
habitaciones del viejo caserón recibió la gracia de la transverberación, no
solamente en la celda de la encarnación. Una calle, por tanto, y una mansión
abulense, la de Guiomar de Ulloa (natural de una aldea de Zamora) que
tiene mucha trascendencia en la vida teresiana.Cruzando de arriba abajo esta
calle, se llega a la plaza de Italia donde, además del Palacio de los Deanes
(museo provincial), y el de los Serrano, se halla la iglesia románica de santo
Tomé el viejo, hoy convertida en museo arqueológico. Esta iglesia, dada la
cercanía con la casa de Doña Guiomar de Ulloa y San José, fue bastante
frecuentada por la Santa. En ella habitaba la Maridíaz, una mujer muy especial
y bien conocida de la Santa que conducía una vida de piedad extraña. Estaba encerrada
en una habitación y asistía a los oficios religiosos de esta iglesia por un
balcón o ventana. Pero aquí, en torno a 1560-61, le ocurrió un percance a santa
Teresa que nos hace ver cómo estaba en boca de toda la ciudad, y no siempre de
buenas lenguas. Asistiendo a un sermón con su hermana Juana de Ahumada, el
predicador se refirió a ciertas mujeres que se dedican a ser fundadoras e
inquietar, en lugar de estar encerradas en su convento. Doña Juana entendió de
inmediato (como buena parte de los asistentes) que era una referencia bien
clara hacia su hermana, Teresa. Por lo cual mudó el rostro y se puso roja de
cara y estaba avergonzada, mientras que su hermana Teresa, la más implicada en
el contenido del sermón, sonreía, lo cual naturalmente puso de malhumor a la
hermana casada. Así era aquella Ávila que recibió de muy mala gana la fundación
del primer conventico teresiano.
Saliendo por la calle de los Leales, se termina de nuevo de frente a la
muralla, Puerta de Carnicerías, en uno de cuyos cubos se halla metido o
encastrado el ábside de la catedral, dando así ésta una sensación de fortaleza,
sobre todo en la parte superior destinada a la ronda y vigilancia de la ciudad.
A la izquierda se camina a la basílica románica de San Vicente; a la derecha
hacia el Mercado grande o Plaza de santa Teresa, del que ya hemos hablado. Poco
más o menos por aquí discurría el camino seguido por la Madre Teresa cuando
subía de la Encarnación a San José, o al revés.No olvidar que en la Plaza de la
Catedral, además del Palacio de los Valderrábano (hoy convertido en Hotel),
está de frente el Palacio de los marqueses de Velada, una rama de la familia
ducal de Alba. Aquí estuvo santa Teresa porque vivía la marquesa de Velada, su
amiga, madre de Don Sancho Dávila, sacerdote y luego obispo, los cuales se
pasaban grandes temporadas en el palacio ducal de Alba de Tormes (examinar el
escudo nobiliario de esta familia, muy semejante al de los Álvarez de Toledo).
3. El tercer itinerario es el de la monja
y fundadora, que tiene su centro en el monasterio de la Encarnación, situado
fuera de las murallas de la ciudad, valle de Ajates, cuyo emplazamiento actual
no es el original, sino el que conoció la Santa y que fue inaugurado justamente
el mismo día de su bautizo (4.4.1515).Partiendo desde el Mercado chico,
emplazamiento del consistorio actual y que nos recuerda aquellas sesiones de
1562 convocadas para deshacer el monasterio de san José, pero que no lograron
sus objetivos. Y eso, a pesar de no poderse defender directamente las monjas,
sino a través de amigos y delegados. El año 2012, que fue 450º
aniversario de la fundación de San José, el actual consistorio tuvo una junta o
sesión para rehacer aquel entuerto y aceptar ya a las monjas de san José como
ciudadanas de todo derecho y no poner en duda la utilidad de su presencia en la
ciudad.Saliendo por la calle Esteban Domingo y López Núñez, encontraremos
varios palacios, anteriores incluso a Santa Teresa, y que son de la mejor
muestra de las casas señoriales, tales como el de los Águila, los Verdugo, y el
palacio adosado a la muralla que ocuparon las beatas que a finales del siglo
XIV dieron origen allí al monasterio carmelita de la Encarnación.Se sale fuera
de la muralla por la Puerta de san Vicente y te encuentras de frente con la
magnífica basílica románica de San Vicente, mejor dicho, de los mártires
Vicente Sabina y Cristeta, en cuyo interior se encuentra su magnífico sepulcro
con baldalquino, todo ello labrado en piedra policromada. Aquí entró muchas
veces santa Teresa, era proverbial su devoción hacia los mártires, pero es
tradición que en la cripta de la Iglesia dedicada a la Virgen de la Soterraña,
cuando subió de la Encarnación a San José para quedarse allí definitivamente
(1562-63), en aquel mismo lugar se descalzó para indicar simbólicamente con ese
gesto el nuevo estilo de vida que quería abrazar para siempre.Dejando San
Vicente y bordeando la muralla, nos adentramos en el barrio de Ajates, hoy
mucho más poblado que en tiempos de la Santa; entonces era zona morisca, de
carpinteros, albañiles y otros oficios. El monasterio de la Encarnación, de
nueva planta, se alzó en el paraje ocupado por un cementerio judío. Cuando
entró en él de monja Santa Teresa, no estaba todavía acabado. Aquí pasó la
mayor parte de su vida, en dos etapas: la de iniciación a la vida carmelitana e
inserción monjil con alguna salida por causa de enfermedades (1535-1562), y la
de priora, ya siendo monja descalza (1571-1574). Curiosamente nunca pretendió
que aquellas monjas, muchas de ellas amigas suyas, pasaran a la Reforma;
las respetó. Es más, con gran libertad pedía ayuda de personal (aun siendo
monjas calzadas) cuando necesitaba monjas para nuevas fundaciones y no podía
disponer de ellas entre las descalzas. Impresionante ver el patio del monasterio, portería,
locutorios (donde tuvo algunas gracias místicas), y parte de la clausura, como
la celda prioral, la escalera del encuentro con el Niño Jesús, la celda con
cocinilla, etc. Este lugar rezuma aire teresiano en todas sus partes. Más
moderna es la iglesia actual, no los coros de las monjas, en donde recibió el
hábito y, sobre todo, la gracia del matrimonio espiritual (18.11.1572) tomando la comunión en la misa
celebrada por Fr. Juan de la Cruz.Casi una iglesia distinta es la capilla de la
Transverberación construida posteriormente sobre el espacio que ocupó una de
las celdas de la Santa, y cuyo doble piso o estancia de una de ellas se puede
observar ahora al haber sido cortada la pared por el nuevo edificio. En esta
capilla y en Alba se celebran solemnemente cada año la fiesta de la
Transverberación de Santa Teresa (26 y 27 de agosto).Saliendo de la iglesia
conventual, pasando cerca de la estatua de santa Teresa caminante, inquieta y
andariega, bajando hacia la esquina de la huerta monástica, se perfilan unos
cipreses y otros árboles de su interior que flanquean la ermita de san Juan de
la Cruz, construida sobre la casilla que ocupó el santo los años en que estuvo
sirviendo como capellán y confesor del monasterio de la Encarnación
(1572-1577); fueron años de experiencias e intercambios de conocimiento místico
entre ambos santos. De aquí fue arrancado el santo con violencia en una noche
(3/4.12.1577) y trasladado secretamente a Toledo, donde permaneció encarcelado
y en condiciones inhumanas hasta el 17/18 de agosto de 1578. Pero fue en
aquella carcelilla de Toledo, donde Juan de la Cruz (ironías de la vida!)
compuso los mejores versos de su producción literaria.
EPÍLOGO.- El itinerario teresiano se completa con la visita al monasterio de
Santo Tomás (dominicos), fundado por los Reyes Católicos, donde está el
sepulcro de su hijo el príncipe Don Juan. Allí santa Teresa se confesaba a
menudo (existe todavía el confesionario empotrado en la pared del claustro),
pero sobre todo en una capilla, la del Cristo, recibió la merced del collar y
del manto (14.8.1561) por la que entendió la Virgen y San José aprobaban y
agradecían el proyecto del monasterio de San José, por cuya realización en ese
tiempo estaba sufriendo tanto. Esta gracia mística es la que representó
magníficamente en el retablo mayor de la iglesia de la casa natal teresiana
Gregorio Fernández.El final de todo el viaje teresiano es simbólico: en el
humilladero de los 4 postes, desde donde se goza la vista mejor y más completa
de toda la ciudad, el lienzo más amplio y extendido de su recinto amurallado, y
hasta se divisan las torres de palacios e iglesias… y se tiene delante el
barrio de la ermita de San Segundo, patrón de la ciudad, junto al viejo puente
y las tenerías. Según la tradición, junto a estos 4 postes, aquí se encontró su
tío Francisco a los dos hermanos (Teresa y Rodrigo) que huían de casa y se
dirigían a tierra de moros para ser martirizados. La hazaña se quedó sólo en un
intento y trastada infantil, aunque el espíritu de martirio por Jesús es una de
las constantes en la experiencia cristiana de esta mujer.Pues este mismo camino
seguido por santa Teresa en tantas ocasiones, cuando salía de Ávila y
atravesando ese mismo puente, ya fuera en dirección Salamanca, Valladolid, o
Alba de Tormes, es con el que concluimos nosotros nuestra jornada
teresiana.
Plaza de la Santa con el Palacio de los Núñez Vela y el Convento de PP Carmelitas "La Santa"
"La Santa" Convento de PP Carmelitas Descalzos
Convento de "La Santa" y Museo Carmelitano
Portada del Hospital de Santa Escolástica
Palacio de Polentinos
Monasterio del Carmen
Muralla por la puerta del Carmen
Capilla de Mosén Rubí
Iglesia de San Juan
Palacios de los Superunda y de los Almarza
Torreón de los Guzmanes
Una calle cerca del Rastro
El Rastro
Monasterio de Nª Sª de Gracia
Convento de San José (1ª Fundación)
Restos del Convento de los Jesuitas
Palacio de los Guillamas
Casa de Dª Guiomar de Ulloa
Palacio de los Deanes
Santo Tomé
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